La literatura, junto al dibujo, fue una de las primeras áreas creativas en las que incusioné desde la infancia. Recuerdo haber ganado el primer premio de un concurso literario celebrado en el colegio donde estudié, el Instituto Crandon, con nueve años. El relato se llamaba "Viaje a Plutón". Como ávido lector desde muy temprana edad, el escribir es una consecuencia casi lógica, una vía de escape para toda la ingente cantidad de historias que se van acumulando y enredando creando nuevos significados en la virgen y fértil cabeza de un niño.

typewriter


Pequeños relatos y notas sueltas se fueron sucediendo hasta que a los dieciocho años comencé con una rutina que ha tenido sus altibajos con temporadas de gran actividad creativa seguidas de largos períodos de escasez de ideas y ganas. Actualmente tengo autoeditados y subidos a Amazon tres libros, dos compilaciones y el relato que pueden ver a continuación, y están en proceso de elaboración dos libros más, una nueva compilación de poemas y un libro recopilatorio de relatos titulado "Esto no es una leyenda urbana". Además tengo material para sacar dos nuevos trabajos, dos novelas inacabadas que están en un largo "barbecho".


 

 

paxton

tapa-paxton

Compilación de poemas escritos entre 1994 y 1999. Primero fueron Las Sangres, compilación de cerca de un centenar de poemas que comencé a mediados de 1994 y escribí hasta 1999. Y Salvo
escasas excepciones a los pocos meses sitiaba a esas prisioneras frases y las reescribía, las mutilaba y desarmaba como si de un lego se tratase para volver a unir líneas de uno y otro poema y asomarme, así, a nuevos significados, mezcla de escritura automática y burroughsiano recorte y pega.

Paxton-Lamadrina resume mi paréntesis de cinco años en Uruguay, antes estaba y luego volví a España. Libero entonces estas palabras de sus
largos lustros de cautiverio para que cobren nuevos significados al ser leídas por otros ojos y procesadas por otras mentes. Aquí tienen lo que se salvó de tanta purga y experimento, 24 tiros al aire en ese desolador paraje fronterizo que casi todos alguna vez hemos visitado...

 

 

ciberia

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Compilación de poemas escritos entre 1999 y 2009. (C)iberia porque la palabra encierra tres importantes significados condicionantes. Iberia, mi destino de autoexiliado. Siberia, la yerma atmósfera que oprime al que se fue, obligado a reinventarse en la desolación de parajes que le resultan hirientemente ajenos, extraños, que destruyen esa primera simbiosis con el terruño natal.

Y finalmente Ciberia, porque en esta última década el virus geek se ha multiplicado, ha hecho binaria metástasis en mi cortocircuitada placa base, haciendo mutar mi sangre en ceros y unos, scripts y códecs, veo/decodifico en valores RGB alfanuméricos, acumulo experiencias en saturadas unidades de varios Gigas y Teras que alimento a través de puertos USB con mis dedos­pendrive, que esbozan pantallazos y destilan famélicos feeds a través de La Red.

 

 

 


tromogra

tapa-tromogra

El nunca nombrado protagonista de este relato es un desencantado tipo cercano a la treintena, actor de una pesadilla cocainómana que le sumerge paulatinamente en una opresiva atmósfera de creciente sordidez. Incapaz de sobrevivir a su destino se embarca, sin saberlo, en un suicida fin de semana que da cuerpo a esta saga urbana marginal. Relato oscuro y frenético en donde la droga, el sexo, el nihilismo y la desesperación marcan el compás de una historia sucia y obscena, trágica y común.

Según el artista gráfico argentino Darío Zanni: una excelente quimera lumpen, narcoléptica, un cruento resumen por los pasillos de esa bestial locura que lacera, de una lectura atrapadora...de resumen laberintico, las pérdidas y los desmayos de humanidad...muecas descolgadas sobre cada rincón, por momentos un espejo desigual entre el reflejo de los charcos y el del personaje, un hedonista que perdió y ganó todo lo que apostó y atrapó los brillos del verdín en las pasmosas sombras de la noche..un descomunal collage provisto por la cultura rock...y un final donde resuena Divididos con su “…entre round y round se trabajaba el tabique…”.

 

 

 


metralla

 

 

La poesía y quienes la ejercen en su más amplia y mayoritaria acepción, siempre me han producido la sensación de estar ante algo blando, mojigato, carente de la energía, del fuelle necesario como para ser tomado en serio. Es por ello que esta breve selección recopilatoria se llama así. Porque las palabras deben apuñalar, invadirte y conquistarte violentamente, conmocionarte con la fuerza de un implacable uppercut, una inesperada zancadilla que te derrumbe en una dulce embriaguez inolvidable. ¿De que nos sirve la literatura si no?. Esto no es televisión, no es ese fofo e insípido pienso fabricado para una hiperestésica piara sumisa y obediente, dócil y previsible. Es algo imprescindiblemente distinto. Son inmisericordes cartuchos disparados con la precisa gelidez de un autoconvencimiento. La de la que estamos sitiados por lo atroz.

A continuación tienen trece poemas. Los primeros cinco pertenecen a Paxton-Lamadrina, los siguientes a (C)iberia y los últimos cuatro a la ya mencionada recopilación sin nombre. Los gifs que acompañan estos cócteles (tú decides si etílicos o incendiarios) son el resultado de mi rapaz, crónico y diario rastreo web. Puedes ver mi experimentación con ellos en la sección KollaKinetics (en construcción). Espero que la resaca no te sea aguda.

 

 

Anemia

Un reggae clavado en la pared.
Sin huesos
Y todos rotos.
Nacaradamente.
Intoxicados.
Corriendo por ese backstage.
Donde todo languidece.
Perece.
Muere de insomnio.
Pocolucidamente.
Casifriamente.
Previsoramente.
Sin marcas.
Huellas.
Porque anemia.
Se acabó la sangre.
Toda.

Cool Ghetto

En la ciudad debajo
de la otra ciudad.
La mala raza.
El hampa.
La carne que mira.
Crea homicidio.
Y ella.
Acicalada hasta la muerte.
Ella.
No logró que su lápiz de labios
evitara el glamuroso paro
cardíaco.
Porque todo es un hobby.
Jaurías de perros tras sus presas.
Nosotros presas de nosotros.
Y nada más.


Ella y mi estilográfica

Esa.
Luna ojo de pez radioactivo.
Manchando sus pantalones
cranberries.
De helada mezclilla deliciosa.
Sus apenas insinuadas fauces.
El siseo.
Sus larguísimas manos hembra.
Me enfrían
Los restos de médula.
El desencajado cuerpo.
Ella viene a por mí.
Y yo sin mi estilográfica.

 


Oberoide

Despedaza la suave mujer
obesa
su salvación a plazos.
Y con esa ternura barbitúrica.
Carga.
Alimenta los hambrientos cartuchos.
Acaricia.
Tantos blisters.
Prepara el shock.
La vaselina.
El final.
Excomulgándonos.
Desea vivir.
Piensa.
En un cromado asteroide inútil.
Porque sólo ella sabe
que el siglo veintiuno es una mentira.
de las peores.


Suburbia

Cámaras lentas
en mundos sepias.
Filmando.
Inyectados colapsando
en amables y deslucidos Renaults.
Suburbiales.
En parques donde el desesperado
lame a la que aún no han sangrado.
Virgen.
Donde estalla un perro
de tristeza porque la tristeza es
un caballo muerto
solo.


Antes

Antes.
Otrora.
Cuando todos éramos levemente inocentes.
Y no apostábamos sobre los muertos en la carretera.
Y las camareras eran guapas.
Antes.
Grabé un demo.
Sobre acetato lacado.
Con un Sandrini-Cepol.
Antes.
Cuando Kafka conducía un tren de cercanías.
Y no existían las cápsulas selladas con plutonio.
Y el monoperro de Puskas aún no dribleaba rivales.
Pensé que si hubieras sido.
Si hubieras sido tan suave como el papel.
Habría dejado de escribir.
Y te hubiera quemado.

 

Reich

El viento sucio que golpea.
Los calientes ojos.
Que ya ni ven.
Ser el último de tu especie.
Demente horizontal.
Profeta sin pies.
Arrastrándose.
En el pirómano Reich arrasado.
Ciego.
Y sin cigarros.


Capadocia

Despierto.
Desierto.
Me quemo.
Con las piernas rotas.
Conmocionado muñeco roto.
Cada leve recuerdo.
Es dolor.
Ella.
Que tenía el rostro duro y las piernas largas.
Supernova.
Que parecía interminable.
Me terminó.
Aquí en Capadocia.
Con la glándula pineal extirpada.
Sólo puedo pensar.
Recordar.
Y los recuerdos son peor que los perros de Tíndalos.
Acechando.
Tranquilos por su segura victoria.
Mi destrucción.
Nadie debe vivir para contarlo.
Dijo.
Y así.
Suprimió el conjunto total de mis instantes.
Su rostro duro y sus piernas.
Recorriendo ciudades sumergidas.
Abandonados campos de batalla.
Su rostro duro.
Repetido en mil secuencias.
Y sus piernas sin fin.
Caminándome.
Su rostro duro.
Afilado.
Cortando.
Extirpando.
En Capadocia.


Niños

Hay algunos niños.
Pálidos niños blancos.
Llenos de odio tras sus mechones.
Sus suaves mechones.
Niños fruncidos.
Practicando primeras perversiones,
Empalando insectos añorantes.
Ceremoniosos.
Imperturbables bajo la helada luz de los focos.
Matan.
Y sus pies les arrastran.
Como a fusibles quemados.
En el muerto tiempo.
Esto es
La última postal de algo desesperado.
Pienso.


Todo

Todo tiene que ver con el mundo de las cosas definitivas.
La cama está revuelta.
Acusadora.
Cubierta de rastros.
Esto ya ha sido filmado.
Todos lo hemos visto.
Y un eco rojo flota.
Apaciblemente.
En todas las latitudes de mi cráneo.
Suave.
Intenso.
Nunca nada llegó.
Primero fue eso.
Y luego todo lo demás.


Narcolepsia matinal

Amanecer termonuclear.
Sol llaga incandescente.
Supurando una quieta truculencia.
De astro moribundo.
La gran atmósfera yace.
Detenida y facturada.
Puertas automáticas rotas.
Que se abren y cierran sin parar.
Las imágenes se tornan difusas.
Como viejas fotos granuladas
Aquellas sombras pueden ser.
Dioses remotos en templos abandonados.
Las esperanzas desmanteladas.
Camino con un mapa callejero.
De una ciudad sumergida hace cientos de años.
Cientos de siglos.

 


Magna Bacteria

Las primeras sombras rotas.
Parecen flotar.
Empujadas en inerte tránsito estéril.
Inoculadas aquí.
En este cianótico páramo.
Sovietizado.
Las esquivas siluetas invadidas.
Parasitadas.
De cauterizadas mentes satelizadas.
Orbitando narcotizadas alrededor de.
Magna Bacteria.
En esta aceitosa mañana lisiada.
Agria.
Que mira con ojos de pez hervido.
Pulveriza las anémicas luces nocturnas.
Se multiplica el hedor.
A grasa frita.
Acidez de basural.
Baba de bilis.
Suprimiendo el ayer.
El pasado como humeante tierra quemada.
Y el rojo tumor solar frío.
Del hostil mañana.
Como un colibrí de alas rotas.
Ruidos disecados.
Rebotando blandamente contra las paredes.
Desconchados muros extinguidos.
Veo a los otros.
Como anomalías clínicas.
Flotando en sus frascos de formol.
Indefensos e inaccesibles.
En este estrangulado gueto bicho.
Campo minado.
Donde la noche es más viscosa.
Profanadora.
Y estas ulcerosas mañanas derraman.
Con demorada perfidia.
Un amarillo rancio y terroso.
Denso como el mercurio.
Sobre esta impostura.
Inmisericorde existencia pusilánime.
Frascos de formol.

 


Circle Medusa

Abducidos.
En el Circle Medusa.
Una vez más.
Anno Domini Ignotum.
Fríos, estables y residuales.
Tras diez rondas de ginebra “La Gioconda”.
La cabeza de de Lolo Gordon.
Bajo su sombrero pork pie.
Parece palpitar.
Entre mambos opacos y sesión de sopapos.
Kristalbluffmadonna regala sogas Zen.
Para largas sesiones sadonazis.
Babea en mordidos susurros tacaños.
Mientras me trepa la trompa.
Ese dorado polvo de crisálidas.
Obsequian ayatollahs a todos los que quieran.
Acepten la invitación.
A la nueva Sesión UltraNata.
Con ectoplasma Moondog-Covarrubias.
Y Hot Enemas from Ipanema.
No big deal.
La sangre se hace arena.
En todo.
Mi.
Cuerpo.
Denso como una Enana Blanca.
Como dando tumbos.
Por el nacarado edén Fenobarbital.
Y el amarillento bigote nicotino de Lolo Gordon.
Plagado de sugar-massa bacteriana.
Bajo sus apagados ojos añil.
Comienza el dañino hormigueo.
En mis autoexiliadas extremidades dormidas.
Y creo que lo mejor sería que.
Vuelvas a casa.
Y te suicides lentamente.
Dejando escurrir tu último calor.
Entre los añicos fríos de un espejo.


Berlín 1945

Soy el retarrondas de la silla ocho.
Alienígena de vacaciones.
Pero eso ahora no importa.
Todo está ya preparado.
Grabado.
Disuelto en mis retinas.
De esta película en color.
Que se ve en blanco y negro.
Pero nadie lo sabe.
Excepto yo.
Y mi doppelganger.
Ayer.
El as del joystick.
Inyectándose speed en las muñecas.
Rodeado de lubricadas mascotas sexuales.
Con vidas sin bonus.
Abandonó la inocencia.
Mientras en la televisión.
Hoy.
Una cocotte pasea en una calesa tirada por un poney blanco.
Hipnotizando a media ciudad con sus realidades inducidas.
Y yo.
Con mi pluma de ala de oca.
Podría estar escribiendo las más inmortales obras de la literatura universal.
O los guiones de los incrustados códigos de activación.
Que la cocotte desparrama tras sus sonrisas farmacéuticas.
Pero no.
Sería tal vez mejor.
Coleccionar las mejores cepas virales.
Hurgar ajenas heridas.
Planear un putsch.
Destruir tu vida.
Diseñar el caos.
Pero no.
Prefiero un Berlín 1945.
20 cc de Dry Gin .
20 cc de Cognac francés .
20 cc de Whisky americano .
20 cc de Vodka .
1 rodaja de Naranja .
1 guinda.
Todo en un vaso alto con un trozo grande de hielo.